Santísimo Cristo del Amor
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Santísimo Cristo del Amor

La imagen del Cristo del Amor ha suscitado a lo largo de su historia vinculada a esta Real Cofradía un intenso debate sobre sus orígenes, con juicios más o menos rigurosos. En realidad no existen pruebas documentales y directas que aseguren su origen, e incluso sobre su autoría aún subyace un cierto velo que la Historia aún no ha podido retirar.

Este referido debate se iniciará, al igual que se inicia su andadura cofrade, en la década de de 1920 con la vinculación de la imagen como titular de la recién nacida hermandad victoriana. Precisamente en 1923, año de la fundación de la Cofradía, las imágenes del Cristo del Amor y de la Dolorosa permanecían en la iglesia de las Monjas Agustinas, instalada en el Compás de la Victoria.

Desde el momento de su primera salida procesional comienza la larga serie de juicios sobre su autoría y procedencia. Hasta el momento las imágenes no habían suscitado interés alguno en las obras y catálogos decimonónicos. Esa ausencia de datos dará lugar al debate, reflejándose en “La Saeta” de 1927 el definitivo anonimato de la obra del Cristo, aunque estableciendo una hipotética procedencia canaria de la escultura.

Don Juan Temboury será el primer investigador que atribuye al escultor del S. XVIII Fernando Ortiz la autoría del Cristo del Amor por similitud con otras obras de su producción artística. En 1931 la imagen será milagrosamente salvada de su destrucción por un grupo de hermanos que oportunamente la trasladaron y la ocultaron. Años más tarde D. Juan Temboury rectificaba sobre la autoría y descartaba definitivamente la referida procedencia canaria, que hasta entonces era la generalmente reconocida, en el informe que realizará junto con Antonio Burgos Oms a petición del Obispado de Málaga (1936).

Durante la Guerra civil la imagen del Cristo del Amor permanecerá oculta igualmente por diversos hermanos de la Cofradía. No obstante no podrá salvarse la imagen de Nra. Sra. De la Caridad, cuya advocación se había adjuntado al título de la Cofradía, así como el conjunto de enseres y el Archivo.

El debate proseguirá hasta nuestros días con diferentes atribuciones y procedencias, con el único criterio unificado de la diferente factura del Cristo respecto a la Dolorosa que le acompaña.

La talla sufrirá a lo largo de su historia diversas restauraciones que, si bien no llegaron a alterar su fisonomía de forma radical, hicieron desaparecer por completo la policromía original y modificaron en gran medida su estética.

Hoy en día está oficialmente reconocida por la Cofradía, siguiendo el criterio de las últimas investigaciones efectuadas, la atribución de la autoría al escultor dieciochesco Fernando Ortiz por similitud en los rasgos definidores de la obra, con otras realizaciones procedentes de su taller. Igualmente, la atribución encuentra sólidas pruebas en la vinculación del maestro con el Convento de las monjas Agustinas (tres de sus hijas ingresan en dicho convento) corroborando la hipótesis documental que ofrece para los expertos la propia talla del Cristo del Amor.

En 1990 se realiza el mayor y más profundo análisis multidisciplinar realizado hasta el momento sobre la imagen de nuestro titular y su dolorosa dentro de la exposición “Amor, Arte y Ciencia” organizada por la Universidad de Málaga, el Museo Diocesano de Málaga y esta Real cofradía, bajo la coordinación de la revista Via Crucis.

Estos trabajos, que vinieron acompañados de los correspondientes estudios radiológicos, vinieron a esclarecer diversos aspectos técnicos de la talla. Entre ellos, que no fue concebida originariamente para ser procesionada por la fragilidad de los ensambles de sus brazos, así como se desvelaron los desastrosos efectos de las restauraciones efectuadas hasta la fecha.

El Cristo del Amor, como expresión plástica de Cristo crucificado, conforma una particular e intimista manera de interpretar el martirio en la cruz.

Más allá de otras consideraciones artísticas, destaca por su serenidad, por su dulce expresión que invita al diálogo. Una imagen que dice mucho de su advocación del Amor y una de las tallas procesionales más antiguas del panorama cofrade malagueño.

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